por Agustín Marangoni
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El joyero abrió los ojos grandes, se rascó la
cabeza y les ofreció unos cuantos billetes.
– ¿Cómo sabe cuánto vale?– preguntaron.
El joyero titubeó.
Tomaron la moneda y cuando estaban por
cruzar la puerta les pidió que se quedaran.
– Esa es la única moneda que falta para completar
una colección privada de la época de
la conquista. Puedo acercarlos a la persona
indicada si me prometen un porcentaje de
ganancia– les dijo.
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La colección completa fue expuesta en el
museo del Banco Central. De acuerdo a las
fechas y al origen de las monedas –portuguesas,
acuñadas en oro en 1501– un historiador
confirmó que la corona española había pagado
fortunas para que un regimiento de sicarios
aniquilara a los pobladores originarios de
esas tierras. Según explicó, si los registros de
época eran correctos, tenía que haber un barco
hundido con armas y más tesoros a pocas
millas del puerto.
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La expedición se puso en marcha los primeros
días de enero. El barco hundido fue hallado,
pero ni un rastro de armas y mucho
menos de tesoros. Sí encontraron la pata de
rana de un buzo profesional, atrapada entre
las maderas rotas de la cubierta. No llevaba
mucho tiempo ahí.
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Sus compañeros de la agrupación de buzos
tácticos dijeron que era joven, soltero y que
estuvo ausente la última semana. Se acercaron
hasta su casa. La puerta estaba abierta
y su perro gemía atado en el patio de atrás,
flaquísimo.
(*): El nuevo libro de Marangoni se presentará el próximo 26 de agosto a las 16 en Club Tri (XX de Septiembre y Alberti). Publicó Editorial Sherezade, oriunda de Chile.